¿Quiénes son las muħşanaat? – V

¿Quiénes son las muħşanaat? – V

Otras palabras de interés:

Hay una palabra que hemos visto y no hemos estudiado en particular y que aparecía las tres veces en relación y en paralelo conmuħşanaat y muħşinin. Se trata de musaafiħaat y de musaafiħin. Reproducimos nuevamente las oraciones en que aparece con la aleya correspondiente.

4.24

 وَأُحِلَّ لَكُم مَّا وَرَاءَ ذَٰلِكُمْ أَن تَبْتَغُوا بِأَمْوَالِكُم مُّحْصِنِينَ غَيْرَ مُسَافِحِينَ ۚ

 “…para que las busquéis, ofreciéndoles de vuestros bienes, con intención de contraer matrimonio (muħşnin), no para fornicar (musaafiħin).

4.25

مُحْصَنَاتٍ غَيْرَ مُسَافِحَاتٍ وَلَا مُتَّخِذَاتِ أَخْدَانٍ فَانكِحُوهُنَّ

“casaos, pues, con ellas con intención de contraer matrimonio (muħşanaat), no para fornicar (musafiħaat) ni como amantes secretas.

5.5

مُحْصِنِينَ غَيْرَ مُسَافِحِينَ وَلَا مُتَّخِذِي أَخْدَانٍ 

“…tomándolas en matrimonio (muħşinin), no en fornicación (musafiħin) ni como amantes secretos.

 

Musaafiħa, plural musafiħaat, es el participio activo femenino y musaafiħ, plural musaafiħin, es el participio activo masculino del verbo de la forma III saafaħa. La forma III da significado recíproco al verbo básico, es algo que los sujetos se hacen mutuamente. En los diccionarios, a esta forma III se le da el significado casi único de fornicar, pero también se le da el de desenfreno, disipación y libertinaje. En el honrado Alcorán,<, esta raíz, aparte de en estos tres participios, solo aparece una vez:

6.145:

قُل لَّا أَجِدُ فِي مَا أُوحِيَ إِلَيَّ مُحَرَّمًا عَلَىٰ طَاعِمٍ يَطْعَمُهُ إِلَّا أَن يَكُونَ مَيْتَةً أَوْ دَمًا مَّسْفُوحًا أَوْ لَحْمَ خِنزِيرٍ فَإِنَّهُ رِجْسٌ أَوْ فِسْقًا أُهِلَّ لِغَيْرِ اللَّـهِ بِهِ ۚ

“Di [Oh Profeta]: “En todo lo que me ha sido revelado, no encuentro nada que esté prohibido como alimento, excepto el animal hallado muerto, la sangre derramada (masfuħan), la carne del cerdo –pues eso es, ciertamente, algo inmundo– o una ofrenda execrable que haya sido inmolada en nombre de algo distinto de Dios….”

 

En efecto, el significado del verbo de la forma I, del que en esta aleya aparece el participio pasivo, significa verter, derramar, correr, fluir. Dado el contexto en que aparecen esos participios de la forma III, verbo saafaħa, en el honrado Alcorán, tal vez no parece descabellado admitir que en efecto pueda significar fornicar.  No obstante, y ya que estamos en ello, habría que advertir que ese significado iba ligado a que muħşanaat y muħşinin tuvieran el valor de castidad y que, por otra parte, en dos de las aleyas que nos ocupan, ya se advierte  de no tomar “amigos íntimos” so pretexto de que se pretende matrimonio, sin olvidar, claro está, que ya el honrado Alcorán contiene suficientes prevenciones en cuanto a lo improcedente de las relaciones sexuales fuera de lugarVisto así y en este contexto, los musaafiħin y musaafiħaat, aunque atañan a la fornicación, creo que a lo que apuntan más estrictamente, en contraposición a un término jurídico claro como es el de muħşanaat o muħşinin, es también a algo formalmente claro, no de aquí te pillo y aquí te mato y tropezón (como se solía decir) al canto, no eso sino algo en lo que se empeñe claramente y sin embigüedad la responsabilidad de los interesados de forma que no puedan desentenderse de sus actos y ni se vean tentados de sacar ventaja  con engaño. Es algo en lo que siempre insiste el honrado Alcorán, en la claridad y resposnabilidad de las conductas, que nadie pueda llarse a engaño, que cada cual sepa a lo que se compromete y a lo que se comprometen con él o ella.

 

Los verbos nakaħa y ankaħa

Ya hemos hablado en otro lugar del verbo nakaħa. Examinémoslo más de cerca.

Hay en el honrado Alcorán dos verbos que significan casar(se) o desposar(se), a saber, nakaħa, de la forma I y ankaħa de la IV.

Nakaħa es casarse pero se construye sin preposición y con complemento directo. La mayoría de las veces que aparece en el honrado Alcorán se refiere a varones que se casan con mujeres o las desposan.

Ankaħa es dar en matrimonio, puede ser dar una mujer a un varón pero también dar un varón a una mujer.

Nakaħa aparece 14 veces en el honrado Alcorán, doce en que se dice de varones que desposan a mujeres y dos veces de mujeres que desposan a varones.

Veamos estas dos veces:

2.230:

فَإِن طَلَّقَهَا فَلَا تَحِلُّ لَهُ مِن بَعْدُ حَتَّىٰ تَنكِحَ زَوْجًا غَيْرَهُ ۗ فَإِن طَلَّقَهَا فَلَا جُنَاحَ عَلَيْهِمَا أَن يَتَرَاجَعَا إِن ظَنَّا أَن يُقِيمَا حُدُودَ اللَّـهِ ۗ وَتِلْكَ حُدُودُ اللَّـهِ يُبَيِّنُهَا لِقَوْمٍ يَعْلَمُونَ

 “Y si se divorcia de ella de nuevo, ya no será lícita para él tras ello, hasta que ella se case (tankiħa) con otro esposo diferente. Y sí éste se divorcia de ella, no hay inconveniente en que ambos vuelvan, si creen que respetarán los límites fijados por Dios. Estas son las leyes de Dios, que Él explica a gente que sabe.”  

2.232:

وَإِذَا طَلَّقْتُمُ النِّسَاءَ فَبَلَغْنَ أَجَلَهُنَّ فَلَا تَعْضُلُوهُنَّ أَن يَنكِحْنَ أَزْوَاجَهُنَّ إِذَا تَرَاضَوْا بَيْنَهُم بِالْمَعْرُوفِ ۗ ذَٰلِكَ يُوعَظُ بِهِ مَن كَانَ مِنكُمْ يُؤْمِنُ بِاللَّـهِ وَالْيَوْمِ الْآخِرِ ۗ ذَٰلِكُمْ أَزْكَىٰ لَكُمْ وَأَطْهَرُ ۗ وَاللَّـهُ يَعْلَمُ وَأَنتُمْ لَا تَعْلَمُونَ

 “Y cuando os hayáis divorciado de las mujeres y éstas hayan cumplido su plazo de espera, no les impidáis que se casen (yankiħna) con sus parejas si lo desean de mutuo acuerdo. Se os advierte de ello a quienes de vosotros crean en Dios y en el Último Día. Eso es más honrado para vosotros y más puro. Dios sabe y vosotros no sabéis.”

Algo que se aprecia a primera vista de estas dos aleyas es que en ambos casos se habla de mujeres divorciadas. Parece como si la primera vez que se casa una mujer debiera ir con tiento y contar con el apoyo de la familia o allegados para no errar y que cuando ya tiene experiencia no hubiera inconveniente en que obrase por su cuenta aun sin contar con ese apoyo. A señalar que lo que se está salvaguardando aquí no es el derecho de la mujer a casarse con quien quiera, porque ese derecho jamás se niega ni se discute y se sustenta ampliamente en el honrado Alcorán como ya se ha mostrado en este estudio, sino que lo que se refrenda es el deber de cualquier ex marido de abstenerse de inmiscuirse en la vida de su ex mujer. Es decir estas aleyas no tienen por objeto dar derechos a las mujeres, puesto que esos derechos ya los tienen, sino disuadir a los ex maridos que ppudieran sentir la tentación de meter cuchara en la vida de una mujer que ya no es la suya. Creo que, si seguimos, aunque sea de lejos, el acontecer con lo que antiguamente se llamaban crímenes pasionales y hoy día violencia de género, veremos que esos avisos no están ahí gratuitamente, por desgracia.

Pero entonces ¿qué sucede? ¿Es que sólo las divorciadas son dueñas de hacer lo que quieran? ¿Las otras no se pueden casar como quieran? ¿Es la advertencia de estas dos aleyas una defensa para la mujer o es por el contrario un indicio de que hasta ese punto no ha tenido personalidad ni decisión propia?

Aparte de lo tratado aquí, cualquier estudio riguroso del texto coránico nos demostraría que en el honrado Alcorán todo el discurso relativo a las mujeres se basa en los derechos de éstas, mientras que el discurso sobre los varones se basa en los deberes, como acertadamente señaló Ashghar Ali Engineer, no hace mucho fallecido, que tanto hizo por la renovación del islam en la India.

Hemos visto cómo a ninguna mujer se le prohíbe tomar la iniciativa en nada ni en amores, ni en guerras ni en empresas, mientras se atenga a la ley de Dios. Pero tampoco se la obliga a hacerlo. Lo que hemos visto en este breve estudio es que a las mujeres se les da toda la autoridad y derechos que ellas quieran y puedan usar y, cuando por carácter, circunstancias o edad no puedan por propia iniciativa ejercer esos derechos, entonces, la sociedad toda entera tiene como obligación insoslayable encargarse de que a las mujeres se les reserven y respeten todos esos derechos que ellas no puedan hacer respetar o valer por sí solas. En ningún caso se les merma los derechos pero en ningún caso tampoco se las impone que si ellas no pueden solas garantizárselos que los pierdan. La sociedad debe ser garante de que a las mujeres no se las atropelle ni se les merme ningún derecho ni facultad. Si todos nacemos de mujer,más nos vale nacer de mujer libre y respetada, sea de la condición que sea.

Lo hemos visto aquí con las jovencitas. Los padres o tutores pueden esforzarse en buscarles lo mejor, pero jamás se lo pueden imponer. Los pretendientes pueden pretenderla pero, aparte de lo que ellas puedan hacerse valer, ellos tienen la obligación legal de tener su consentimiento.

El honrado Alcorán logra ese difícil equilibrio de proteger a las mujeres sin coartarles en su libertad o su autoridad. Las mujeres siempre son libres y soberanas y una sociedad creyente ha de asegurarse de que esa libertad y soberanía se respetan en todos los casos y, si no, no es una sociedad creyente.

 

Autora: Carmen del Río

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