Querido Pérez- Reverte

Querido Pérez- Reverte

Querido Reverte, mejor dicho, queridos Revertes, dado que desafortunadamente hay muchos hombres de su tipo. Quería decirle que es de agradecer que usted de su opinión con tanta soltura, tanto cinismo y sobretodo tanta obstrucción mental que va de mano con su intelecto. Sólo quería decirle que por culpa de personas como ustedes hoy en día el mundo fracasa en tantos aspectos. Y se lo argumentaré de una forma muy simple, la forma más simple para su etnocentrismo incrustado en palabras bonitas, lo haré de forma que no hiera sus sentimientos, de los que creo que carece, pero no crea que voy a utilizar el ojo por ojo, diente por diente, dado que mi abuelo, un señor magnífico, musulmán también (siento mucho el choque moral que esto le puede causar), me enseñó que todas las personas ofrecen lo que tienen, y yo carezco de la maldad que caracteriza su persona y que ha dejado en perfecta constancia en su último artículo. Le hablaré desde la bondad, porque es en lo que se me ha educado y es lo que tengo, incluso para aquellos que no la merecen, y que como usted, hablan desde la rabia y el odio.

En primer lugar, me gustaría contarle que he tenido maravillosas maestras y que algunas de ellas llevaban hiyab , eran mis profesoras de árabe, Salwa y Samyra, y no sé por qué de verdad, no entiendo, y me encantaría que me explicase ¿por qué no estoy traumatizada?. De verdad que no entiendo cómo estos seres que usted considera anormales o dignos de ser marginalizados, en mi y en el resto de todos mis compañeros no surtieron ningún tipo de trauma, y debo decirle, que mis compañeros eran bastantes de ellos españoles, y que estas mujeres, lejos de marginarlos y tratarlos como alumnos de segunda categoría que es lo que usted hace con ellas, eran incluso más pacientes, y se involucraban totalmente en que esos niños, cuyo árabe no era la lengua natal ni de lejos, aprendiesen, y le garantizo que aprendieron. Le estoy hablando del comportamiento de mujeres árabes, musulmanas, marroquíes que en su propio país, nos inculcaron los valores tan importantes como la entrega personal, el placer de compartir y otro tipo de tópicos culturales que no voy a explicarle dado  que su mente racista e islamófoba puede encajar un poco mal y le reitero. Yo, a diferencia de usted, no le deseo el mal a nadie.

Junto con sus compañeras no portadoras de velo, nos enseñaron que todas las mujeres merecían respeto y nos hicieron crecer entre risas, solidaridad, constancia, trabajo, esfuerzo y nunca, nunca recuerdo un comentario sobre nuestro atuendo, sobre las niñas que éramos y que íbamos en tirantes, con pantalones cortos y medio culo al aire, medio maquilladas en el recreo. Sino que siempre nos halagaron a nosotras y a nuestros compañeros chicos y buscaban empoderarnos a través de nuestros ideales y de nuestra fuerza  de voluntad. No a través de un vestuario o de una apariencia, que a usted le supone un problema tan grande. Por lo tanto que sepa que si sus hijos desarrollan algún tipo de actitud rara, tendrá que ver con la orientación tan obscena y tan denigrante con respecto a los DD.HH, que usted les haya propiciado, diciéndoles o educándoles para discriminar. No vaya a echar usted la culpa a una maestra de sus estragos personales. Porque  a las personas como usted les encanta que sus hijos dibujen monigotes de diferentes colores representando razas, pero no pueden con ustedes mismos cuando una persona de una religión diferente va a darle clase a sus hijos. Y, lo peor de todo, es que no sabe de cuánta riqueza les estaría privando a esos niños si no se permitiese ejercer a esas maestras.

En segundo lugar y vuelvo a hablar de mi experiencia personal, debo decirle que he tenido a un profesor muy peculiar en mi último año de secundaria. Se trata de un español de unos 60 años, catedrático y todo lo que uno se puede echar a la boca, un tipo que sabía mucho, pero yo creo que sabía mal. Y le voy a contar un secreto: es una de las peores personas que he conocido y quien hubiera deseado profundamente que nunca hubiese cruzado la puerta de mi clase. Porque no sólo era un machista, homófobo, racista e islamófobo, si no que era igual o incluso más listo que usted y se permitía en sus clases tratarnos de todo tipo de descalificativos de una forma espléndidamente sutil y bonita. Tuve que escuchar que yo tenía “democratitis”, que la juventud era una enfermedad, que la Inquisición salvó más gente de la que mató y demás frases que me desesperaban tanto como su artículo, aunque es cierto que una, con el tiempo, aprende que la ignorancia es atrevida y dejarla  fluir es lo mejor, porque es la única forma para que se pierda. Este mismo profesor se otorgaba el derecho a comentar cosas sobre cómo iba yo vestida en lugares públicos en los que coincidíamos y juzgaba lo que hacía yo incluso fuera del aula, al igual que no soportaba mis escritos y criticaba incluso mis análisis de sintaxis (materia que no da lugar a comentarios subjetivos).

¿Y sabe por qué le cuento esto? Porque estaría bien que canalizase su energía en no darle la mala experiencia a su hijo y a los hijos de todos los españoles, en tener un profesor así. Porque ya que sabe tanto y ya que escribe tanto, no gaste folios, ni columnas en periódicos gratuitamente, vaya a las aulas y compruebe usted mismo, como el prejuicio lo tiene usted en la cabeza y como su hijo, en primaria, le da igual que su maestra lleve velo, esté rapada o lleve una minifalda. Por que yo, que he tenido profesores ateos, agnósticos, católicos, judíos y musulmanes, le puedo decir que sólo me ha llevado a abrirme a un mundo, cuyo espectro de colores es muy amplio pero que solo se puede entender si se quiere y si se cree en ello. Y yo misma le puedo garantizar que las mismas portadoras de velo que usted tanto ataca, son probablemente mejores personas, mejores profesionales y mujeres feministas en sí. Por que si su identidad etnocentrista le asegura que un hiyab es el problema de este mundo, en definitiva, es usted quien tiene el problema.

Piense, pregunte y después verá como todo lo que cree que sabe y de lo que está tan seguro empieza a menearse un poco. Lo suficiente para que se de cuenta de que aún está a tiempo de ver la realidad con los ojos que se merece.

Si por el contrario la amalgama le hace feliz y usted duerme mejor todas las noches condenando a las mujeres que llevan el velo y a las maestras en concreto,  por favor necesito que nos diga que le da igual que una mujer vaya sin sujetador y se le vean el 80 por ciento del cuerpo en un aula. Entonces, cuando usted afirme vivamente eso, podrá darse paso al debate que carece de sentido porque su forma de ver las cosas se resume en lo que dijo Pierre Joseph Proudhon : La demagogia es la hipocresía del progreso.

Y feliz 8 de marzo, espero que busque luchar por los derechos de la mujer que no radican ni en su desnudez ni en su velo.

No espera su pronta respuesta,

NoorAmmarLamarty

 

 

Autora: Noor Ammar Lamarty

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